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miércoles, 7 de diciembre de 2016

ALJABARA DE SPINOLA 2016. UNA MONTERÍA HISTÓRICA



Sí, yo estuve en la Aljabara de Spinola 2016…

Eso es lo que podré decir con orgullo dentro de unos años cuando se siga recordando este día como algo histórico.  Porque, aparte del resultado tan espectacular como el conseguido (263 reses), hubo mucho más que voy a intentar narrar desde mi perspectiva; la de un montero más de los 105 que tuvimos la inmensa fortuna de ser partícipes de este día.

Todo comenzó el mismo viernes pasado, donde habíamos sido citados a las 20:30 en la Taxidermia de Jose Antonio en Córdoba.  La finca a batir, La Aljabara de Spinola, de 1700 ha con 105 puestos para cerrarla.  En resumen, una de las manchas más bonitas de la provincia, que linda en su mayor parte con el pantano del Bembezar y con la Aljabara de Cárdenas.  La mayoría de las posturas son testeros naturales donde prima la cantidad de reses a la calidad, aunque siempre suelen abatirse algunos cochinos de impresión.


En esta ocasión, cuatro éramos los puestos que representábamos a la Peña, quedando previamente en casa de Carlos para asistir juntos al sorteo.  Yo, con mi Vitarilla y cargado hasta los topes de bártulos para lluvia debido a las previsiones, tardé algo más en llegar, pudiéndonos tomar sólo una cerveza para hacer algo de tiempo antes de presentarnos en la Taxidermia.



Cuando llegamos al lugar citado, todos eran caras conocidas.  Da gusto montear con la misma orgánica ya que se llegan a crear lazos con todos los habituales formando una gran familia. 

Manolo y Luisfer ya se encontraban allí, por lo que los integrantes de la Peña que asistiríamos  estábamos ya al completo.  Pero el Presi nos dio una enorme sorpresa, presentándose en el lugar del sorteo con su mujer e hija¡¡¡¡.  Parece que vaticinaba lo que iba a ocurrir al día siguiente, porque no quiso perderse la suerte de sus compañeros…

El sorteo comenzaba y todos andábamos expectantes ya que son conocidas las armadas más querenciosas después de tantos años montearse.  Retablo, Palancares, Azores, Calderas…. resonaban a cada montero nombrado mientras nosotros seguíamos esperando nuestro turno casi sin uñas. 

Quedaban pocos por nombrar hasta que Paco Herrera fue el primero en “salir al ruedo”, y seguidamente el resto, ubicándonos en el plano de la siguiente manera.

  -   Paco Herrera y padre.  En el 8 de la Piedra.  Puesto a priori buenísimo, en una de las armadas destacadas en temporadas anteriores y pegado a la armada de los “Azores”.
 -    Manolo y Luisfer.  En el 1 del Retablo.  Una de las armadas más conocidas y deseadas por todos los presentes de la Aljabara, debido a tan buenos resultados en años anteriores con tan sólo 5 puestos. 
 -    Jose Luis y Paker.  En el 5 del Cerro los Rojos.  Nos dijeron al comienzo del sorteo que era una zona donde se encontraban los olivos, asi que, fue sacarlo y empezar a reírnos por tan mala suerte.  Pero cuan equivocados estábamos, verdad???…jaja
 -    Carlos y servidor.  En el 3 del Carril.  Ni fu ni fa.  Última armada en salir y pocas referencias en años anteriores en cuanto resultados.  Aunque visto sobre el plano nos gustó bastante por su ubicación.

Una vez terminado todo, Jose Morillo hizo hincapié en que nos presentáramos 30 min antes de la hora escrita en cada sobre para así evitar aglomeraciones, ya que mover 100 puestos no iba a ser tarea fácil y era mejor llegar de manera escalonada.



Los que nos quedamos en Córdoba para hacer noche y evitarnos el palizón a la mañana siguiente, nos dejamos guiar por Manolo, que nos llevó a cenar al Restaurante “El Aparkao”, un sitio muy coqueto donde comimos de lujo.  Croquetas de boletus y camarones, Vacío de buey, Rissoto, Bacalao al ajo negro… en fin, que salimos de allí como bolondros y con pocas ganas de juerga (al menos por mi parte).  Así que, los más jóvenes de espíritu se fueron al Mercado de la Victoria, mientras que Luisfer, Manolo, Carlos y un servidor nos acostamos relativamente temprano para poder disfrutar de la jornada del día siguiente.

La verdad es que nosotros no hicimos mucho caso a la recomendación de ir media hora antes de salir la armada, ya que habíamos quedado a la mañana siguiente todos en un área de servicio en Villarrubia para tomarnos juntos las migas.  Sólo éramos 4 puestos, por lo que no creíamos que fuésemos a provocar ningún destrozo.


La lluvia no hacía acto de presencia y las previsiones habían cambiado de manera radical, por lo que nos íbamos a encontrar con una jornada perfecta para cazar.  Nublado, con algo de frio, poco viento y el suelo húmedo de las lluvias de días pasados… la conjunción de factores para que fuese una montería redonda empezaba a tomar forma.

Fue llegar a Posadas y ver cómo iban saliendo las primeras armadas.  Coimbre, Hacha, Reyertas… esto había empezado y se mascaba los nervios en el ambiente, tanto en los organizadores, como en los propios monteros.  Las migas algo frías, cosa normal por la peculiaridad de tenerlas preparadas para los primeros monteros, pero bueno, dos cafés y alguna copa de anís dulce nos calentó bien para el resto de la mañana.

Las armadas seguían saliendo con puntualidad británica, y los primeros en partir fueron Paco Herrera y su padre.  Acto seguido, Manolo y Luisfer, y un rato después, Cerro los Rojos, con Paker, Jose Luis y Vassily, que les iba a acompañar después de escuchar por varios monteros que tenían un puestazo que se pusieron la cara negra los años anteriores.


Ya quedábamos 4 gatos y nos quemaba el culo para salir al cazadero.  Carlos y yo queríamos estar en el puesto cuanto antes, porque ver partir a todos caldeaba cada vez más el ambiente.

Un buen rato de carretera hasta empezar a adentrarnos en la finca, ubicada en un lugar único, pegado al pantano del Bembezar.  Increible la zona, muy muy recomendable para visitar en cualquier época del año.

Empezamos a dejar los primeros puestos de la armada y, cuando llegamos al 3 del Carril, éste nos encantó.  Estaba ubicado en el mismo camino, dominando un testero precioso con un enorme regajon que iba a morir al arroyo de las Calderas al fondo y dos vaguadas a ambos lados de la postura por donde podrían escurrirse las reses.  El tiradero, de unos 200 metros de máximo y completamente aislados del resto de puestos.  En las siguientes 4 horas, ese pequeño reducto de la mancha iba a ser nuestro pequeño mundo…y vaya si lo fue.

Fue cargar y empezar a ver reses.  Primeras ciervas que, alertadas, nos descubrían el paso natural del cervuno por nuestra postura.  Y tiros, muchos tiros antes de soltar los perros que hacía albergar esperanzas que aquello estaba cargado de reses.  La armada de Calderas, que la teníamos al fondo, había comenzado su propia fiesta particular, no parando hasta terminar la montería.

Teníamos dos sueltas a cada lado del puesto, y no tardaron en llegar para seguir cumpliendo con el horario previsto (un 10 a la organización, ya que fue perfecta).  Es dificil describir lo que ocurrió cuando el primer perro toco suelo, porque aquello explotó de tal manera que aún me cuesta asimilarlo.

Todos salieron como sputniks y ni 1 min transcurrió para sentir la primera ladra.  Aquello era una locura de reses a izquierda, derecha, por detrás…tiros y más tiros por todos lados que nos hacía sentir pequeños ante semejante espectáculo.



Una ladra al fondo del barranco que nos alerta; se va acercando pero aún seguimos sin poder ver nada.  Cuando aparece el venao en el viso del testero que dominábamos, parándose para planear su huida, nos quedamos petrificados.  Éste empezó a aligerar su paso dada la cercanía del perro y comenzó a faldear hacia nuestra izquierda.  Le digo a mi socio que es todo suyo, que le tire.  Carlos que le aguanta hasta ponerme nervioso y, a una distancia de unos 120 metros, se para, dándole todo el flanco izquierdo que mi socio aprovecha para mandarle un pildorazo que acaba con el venao en el suelo¡¡¡, un segundo disparo lo remata y lo deja en el sitio.

Vaya lance bonito¡¡¡.  Dejando cumplir a la res como mandan los cánones y disparando justo en el momento preciso¡¡.  Nos felicitamos por cómo había empezado la mañana intentando brindar con una botella de vino, pero fue imposible siquiera abrirla, ya que no paraban de entrar reses y de escucharse ladras por todo alrededor.

Al poco rato, aparece por la vaguada izquierda que dominaba Carlos dos ciervas seguidas de otro venao de atrás hacia adelante.  Mi socio que da un paso atrás dejándome el lance aunque estaba entrando en sus dominios.  Me apoyo en la vara y le voy siguiendo a través del visor… cuando lo tengo centrado…pum¡¡¡, parece que le he dado.  Secundo el tiro mientras corría testero abajo hasta meterse detrás de una pequeña loma para quedarse allí y no volver a salir. 


Otro venao abatido¡¡¡, estamos que no nos lo creemos.  Nos volvemos a felicitar y seguimos sin poder abrir la botella de vino ya que aquello es una tensión continua.  Las rehalas que empiezan a aparecer al fondo, dando una lección de cómo batir la solana digno de mención.  Lentamente, dejando que los perros trabajasen y habiendo sacado de antemano al cervuno, no pararon de levantar cochinos y llevarlos a los puestos de la armada las Calderas.  De ahí que al finalizar la jornada hubiera puestos de dicha armada con 6 y 5 cochinos abatidos, o los 4 que abatió Javier Escribano en el número 5.

Estábamos ensimismados viéndoles montear, cuando aparecieron por la vaguada derecha dos venaillos que nos costó diferenciar si eran varetos o venaos.  Ésta vaguada era bastante mas abrupta que la izquierda, apareciendo las reses por sorpresa y teniendo la única posibilidad de tiro unos pocos metros.  Intento meter el primero pero tengo los aumentos al 5.  Realmente no esperaba que nada entrase por ahí, y nuevamente (como en la Losa) me llené de bicho y no lo encaré bien. Tres tiros mal pegados y a criar.  La verdad es que tampoco me sentí decepcionado por el desenlace dado el poco tamaño de las reses.


Visto lo visto, puse el visor al mínimo y si algo entraba por el testero ya tendría tiempo de cambiar los aumentos.  Estaba en esas cuando escucho algo por la misma vaguada derecha…un cochino¡¡¡.  Viene como alma que lleva el diablo, por lo que esta vez, con los aumentos adecuados, le espero a que salte el mismo camino para mandarle el “recado”.  En cuanto aparece…pum¡¡¡el cochino que se queda en mitad del camino girando sobre si mismo, rematándolo con un segundo disparo para acabar con su agonía.

Increible¡¡¡, mi socio que me da un abrazo por el lance.  Yo le digo que no tiro más, que se ponga en todo el puesto ya que esa vaguada hay que tirar a trasluzón y yo ya llevo 2 lances seguidos.
Mientras tanto, aquello sigue siendo una auténtica guerra¡¡¡.  Vemos a los perreros solos, intentando juntar a los suyos para hacer algo de fuerza.  Pero es imposible, los perros están picadísimos porque lo que está ocurriendo no es ni miedo normal.

Cojo los prismáticos y voy avisando a Carlos de las diferentes reses que siguen pasando cuando, por la misma vaguada de la derecha, aparecen otras dos ciervas y un venao paralelos al camino.  En cuanto remontan la pequeña pendiente, el venao se para bruscamente y nos mira…¡¡va a pegar un tornillazo en cualquier momento¡¡¡, y mi socio sólo le ve la cabeza y parte del cuello.  Prueba fortuna y…bingo¡¡¡el venao se desploma con un tirascazo bastante complicado.


Tres venaos y un cochino abatidos¡¡¡.  Ya sí que la montería empieza a bajar algo de intensidad , y nosotros con ella, después de 4 horas increíbles.  La lluvia nos había respetado, pero tanta tensión durante tanto tiempo nos había dejado molidos.  Vemos los primeros coches aparecer por el camino, así que nos disponemos a recoger y a marcar las reses.  Esta vez no hay que pistear ni nada, por lo que tardamos poco y nos fuimos directos a la junta.

En cuanto llegamos, a los primeros que vemos es a Luisfer y Manolo.  Ellos no habían tenido tanta suerte, pero aun así consiguieron abatir un marranete y un venao de montería, tirando uno más que no pudieron cobrar.  Vieron bastantes cochinos más, pero no llegaron a romper a su postura.  Eso sí, el 2 del Retablo no paró de tirar, y Álvaro Martín, que fue al 4 de esta misma armada, consiguió también hacerse con un venao y un cochino.


La comida buenísima, con mucha variedad de aperitivos y alubias.  Paco Herrera estaba ya guardando mesa con su padre.  ¡¡Sorprendentemente, no habían tirado¡¡¡.  Por lo visto, un puesto de una armada colindante les estuvo cortando toda la caza, por lo que estaban bastante tristes por el resultado particular.  Una pena, ya que el padre de Paco se desplaza desde Barcelona exclusivamente para venir a cazar con su hijo.


Y llegaron otros de los grandes triunfadores de la jornada.  Paker y Jose Luis se habían tiznado, tirando a 6 venaos y unos 8/9 cochinos en el 5 del Cerro de los Rojos, ¡¡consiguiendo abatir 5 venaos y 1 cochino¡¡¡.  Venían exultantes y no es para menos, ¡¡el puesto de sus vidas según nos comentaban¡¡¡.  Lástima que no pudieran quedarse con alguno de los 3 enormes cochinos que tiraron.  Pero qué más da, ¡¡¡enhorabuena¡¡, se merecían algo así…vaya temporadón se están marcando las criaturitas…jajajaja

Fue terminar de comer, llegar las primeras reses y empezar a diluviar, todo al unísono.  Realmente, las caras de los presentes era de satisfacción.  Había puestos de 8 reses, de 6 de 5… aunque también hubo algunos que se fueron bolos, como es normal en una finca abierta.

El plantel empezaba a dar miedo; los remolques seguían llegando y ya empezaba a correr la voz de que se iban a abatir más de 250 reses, como finalmente así fue.  En total, 122 venaos y 141 cochinos para 98 puestos, saliendo una media de 2,6 reses/puesto.  Increíble lo ocurrido.  Unos 10 cochinos de tablilla, con 2 o 3 que llegarán a medalla, terminó con lo que yo denominaría una de las monterías en abierto del siglo.




Ya cuando empezó a jarrear de verdad, nos despedimos felicitando a Cinegética los Barrancos por la montería dada, y cogimos carretera y manta ya que nos quedaba un largo trayecto de vuelta hasta nuestras residencias.
 Nos tomamos un último café en un bar de Córdoba para despedirnos y con la sensación de haber asistido a algo histórico; no sólo por el resultado en sí, sino por la perfecta organización, el clima perfecto para montear, el buenísimo ambiente reinante, etc…


La vuelta con mi Vitarilla (que se portó como un campeón), sólo, bajo un diluvio y de noche cerrada, me dio tiempo para perderme en los recuerdos de lo que había ocurrido.  Porque sí, yo estuve en la Aljabara 2016…

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