Sí, yo estuve en la Aljabara de Spinola 2016…
Eso es lo que podré decir con orgullo dentro de unos años
cuando se siga recordando este día como algo histórico. Porque, aparte del resultado tan espectacular
como el conseguido (263 reses), hubo mucho más que voy a intentar narrar desde
mi perspectiva; la de un montero más de los 105 que tuvimos la inmensa fortuna
de ser partícipes de este día.
Todo comenzó el mismo viernes pasado, donde habíamos sido
citados a las 20:30 en la Taxidermia de Jose Antonio en Córdoba. La finca a batir, La Aljabara de Spinola, de
1700 ha con 105 puestos para cerrarla. En
resumen, una de las manchas más bonitas de la provincia, que linda en su mayor
parte con el pantano del Bembezar y con la Aljabara de Cárdenas. La mayoría de las posturas son testeros
naturales donde prima la cantidad de reses a la calidad, aunque siempre suelen
abatirse algunos cochinos de impresión.
En esta ocasión, cuatro éramos los puestos que
representábamos a la Peña, quedando previamente en casa de Carlos para asistir
juntos al sorteo. Yo, con mi Vitarilla y
cargado hasta los topes de bártulos para lluvia debido a las previsiones, tardé
algo más en llegar, pudiéndonos tomar sólo una cerveza para hacer algo de
tiempo antes de presentarnos en la Taxidermia.
Cuando llegamos al lugar citado, todos eran caras conocidas. Da gusto montear con la misma orgánica ya que
se llegan a crear lazos con todos los habituales formando una gran
familia.
Manolo y Luisfer ya se encontraban allí, por lo que los
integrantes de la Peña que asistiríamos estábamos ya al completo. Pero el Presi nos dio una enorme sorpresa,
presentándose en el lugar del sorteo con su mujer e hija¡¡¡¡. Parece que vaticinaba lo que iba a ocurrir al
día siguiente, porque no quiso perderse la suerte de sus compañeros…
El sorteo comenzaba y todos andábamos expectantes ya que son
conocidas las armadas más querenciosas después de tantos años montearse. Retablo, Palancares, Azores, Calderas….
resonaban a cada montero nombrado mientras nosotros seguíamos esperando nuestro
turno casi sin uñas.
Quedaban pocos por nombrar hasta que Paco Herrera fue el
primero en “salir al ruedo”, y seguidamente el resto, ubicándonos en el plano
de la siguiente manera.
- Paco Herrera y padre. En el 8 de la Piedra. Puesto a priori buenísimo, en una de las
armadas destacadas en temporadas anteriores y pegado a la armada de los
“Azores”.
- Manolo y Luisfer. En el 1 del Retablo. Una de las armadas más conocidas y deseadas
por todos los presentes de la Aljabara, debido a tan buenos resultados en años
anteriores con tan sólo 5 puestos.
- Jose Luis y Paker. En el 5 del Cerro los Rojos. Nos dijeron al comienzo del sorteo que era
una zona donde se encontraban los olivos, asi que, fue sacarlo y empezar a
reírnos por tan mala suerte. Pero cuan
equivocados estábamos, verdad???…jaja
- Carlos y servidor. En el 3 del Carril. Ni fu ni fa.
Última armada en salir y pocas referencias en años anteriores en cuanto
resultados. Aunque visto sobre el plano
nos gustó bastante por su ubicación.
Una vez terminado todo, Jose Morillo hizo hincapié en que
nos presentáramos 30 min antes de la hora escrita en cada sobre para así evitar
aglomeraciones, ya que mover 100 puestos no iba a ser tarea fácil y era mejor
llegar de manera escalonada.
Los que nos quedamos en Córdoba para hacer noche y evitarnos
el palizón a la mañana siguiente, nos dejamos guiar por Manolo, que nos llevó a
cenar al Restaurante “El Aparkao”, un sitio muy coqueto donde comimos de
lujo. Croquetas de boletus y camarones,
Vacío de buey, Rissoto, Bacalao al ajo negro… en fin, que salimos de allí como bolondros
y con pocas ganas de juerga (al menos por mi parte). Así que, los más jóvenes de espíritu se
fueron al Mercado de la Victoria, mientras que Luisfer, Manolo, Carlos y un
servidor nos acostamos relativamente temprano para poder disfrutar de la
jornada del día siguiente.
La verdad es que nosotros no hicimos mucho caso a la
recomendación de ir media hora antes de salir la armada, ya que habíamos
quedado a la mañana siguiente todos en un área de servicio en Villarrubia para
tomarnos juntos las migas. Sólo éramos 4
puestos, por lo que no creíamos que fuésemos a provocar ningún destrozo.
La lluvia no hacía acto de presencia y las previsiones
habían cambiado de manera radical, por lo que nos íbamos a encontrar con una
jornada perfecta para cazar. Nublado,
con algo de frio, poco viento y el suelo húmedo de las lluvias de días pasados…
la conjunción de factores para que fuese una montería redonda empezaba a tomar
forma.
Fue llegar a Posadas y ver cómo iban saliendo las primeras
armadas. Coimbre, Hacha, Reyertas… esto
había empezado y se mascaba los nervios en el ambiente, tanto en los
organizadores, como en los propios monteros.
Las migas algo frías, cosa normal por la peculiaridad de tenerlas
preparadas para los primeros monteros, pero bueno, dos cafés y alguna copa de
anís dulce nos calentó bien para el resto de la mañana.

Ya quedábamos 4 gatos y nos quemaba el culo para salir al
cazadero. Carlos y yo queríamos estar en
el puesto cuanto antes, porque ver partir a todos caldeaba cada vez más el
ambiente.
Un buen rato de carretera hasta empezar a adentrarnos en la
finca, ubicada en un lugar único, pegado al pantano del Bembezar. Increible la zona, muy muy recomendable para
visitar en cualquier época del año.
Empezamos a dejar los primeros puestos de la armada y,
cuando llegamos al 3 del Carril, éste nos encantó. Estaba ubicado en el mismo camino, dominando
un testero precioso con un enorme regajon que iba a morir al arroyo de las
Calderas al fondo y dos vaguadas a ambos lados de la postura por donde podrían
escurrirse las reses. El tiradero, de
unos 200 metros de máximo y completamente aislados del resto de puestos. En las siguientes 4 horas, ese pequeño
reducto de la mancha iba a ser nuestro pequeño mundo…y vaya si lo fue.

Teníamos dos sueltas a cada lado del puesto, y no tardaron
en llegar para seguir cumpliendo con el horario previsto (un 10 a la
organización, ya que fue perfecta). Es
dificil describir lo que ocurrió cuando el primer perro toco suelo, porque aquello
explotó de tal manera que aún me cuesta asimilarlo.
Todos salieron como sputniks y ni 1 min transcurrió para
sentir la primera ladra. Aquello era una
locura de reses a izquierda, derecha, por detrás…tiros y más tiros por todos
lados que nos hacía sentir pequeños ante semejante espectáculo.
Una ladra al fondo del barranco que nos alerta; se va
acercando pero aún seguimos sin poder ver nada.
Cuando aparece el venao en el viso del testero que dominábamos,
parándose para planear su huida, nos quedamos petrificados. Éste empezó a aligerar su paso dada la
cercanía del perro y comenzó a faldear hacia nuestra izquierda. Le digo a mi socio que es todo suyo, que le
tire. Carlos que le aguanta hasta ponerme
nervioso y, a una distancia de unos 120 metros, se para, dándole todo el flanco
izquierdo que mi socio aprovecha para mandarle un pildorazo que acaba con el
venao en el suelo¡¡¡, un segundo disparo lo remata y lo deja en el sitio.
Vaya lance bonito¡¡¡.
Dejando cumplir a la res como mandan los cánones y disparando justo en
el momento preciso¡¡. Nos felicitamos
por cómo había empezado la mañana intentando brindar con una botella de vino,
pero fue imposible siquiera abrirla, ya que no paraban de entrar reses y de
escucharse ladras por todo alrededor.

Otro venao abatido¡¡¡, estamos que no nos lo creemos. Nos volvemos a felicitar y seguimos sin poder
abrir la botella de vino ya que aquello es una tensión continua. Las rehalas que empiezan a aparecer al fondo,
dando una lección de cómo batir la solana digno de mención. Lentamente, dejando que los perros trabajasen y
habiendo sacado de antemano al cervuno, no pararon de levantar cochinos y
llevarlos a los puestos de la armada las Calderas. De ahí que al finalizar la jornada hubiera
puestos de dicha armada con 6 y 5 cochinos abatidos, o los 4 que abatió Javier Escribano
en el número 5.

Visto lo visto, puse el visor al mínimo y si algo entraba por el testero ya tendría tiempo de cambiar los aumentos.
Estaba en esas cuando escucho algo por la misma vaguada derecha…un cochino¡¡¡. Viene como alma que lleva el diablo, por lo
que esta vez, con los aumentos adecuados, le espero a que salte el mismo camino
para mandarle el “recado”. En cuanto
aparece…pum¡¡¡el cochino que se queda en mitad del camino girando sobre si
mismo, rematándolo con un segundo disparo para acabar con su agonía.
Increible¡¡¡, mi socio que me da un abrazo por el
lance. Yo le digo que no tiro más, que
se ponga en todo el puesto ya que esa vaguada hay que tirar a trasluzón y yo ya
llevo 2 lances seguidos.
Mientras tanto, aquello sigue siendo una auténtica guerra¡¡¡. Vemos a los perreros solos, intentando juntar
a los suyos para hacer algo de fuerza.
Pero es imposible, los perros están picadísimos porque lo que está
ocurriendo no es ni miedo normal.

Tres venaos y un cochino abatidos¡¡¡. Ya sí que la montería empieza a bajar algo de
intensidad , y nosotros con ella, después de 4 horas increíbles. La lluvia nos había respetado, pero tanta
tensión durante tanto tiempo nos había dejado molidos. Vemos los primeros coches aparecer por el
camino, así que nos disponemos a recoger y a marcar las reses. Esta vez no hay que pistear ni nada, por lo
que tardamos poco y nos fuimos directos a la junta.
En cuanto llegamos, a los primeros que vemos es a Luisfer y
Manolo. Ellos no habían tenido tanta
suerte, pero aun así consiguieron abatir un marranete y un venao de montería,
tirando uno más que no pudieron cobrar.
Vieron bastantes cochinos más, pero no llegaron a romper a su postura. Eso sí, el 2 del Retablo no
paró de tirar, y Álvaro Martín, que fue al 4 de esta misma armada, consiguió
también hacerse con un venao y un cochino.
La comida buenísima, con mucha variedad de aperitivos y
alubias. Paco Herrera estaba ya
guardando mesa con su padre. ¡¡Sorprendentemente,
no habían tirado¡¡¡. Por lo visto, un
puesto de una armada colindante les estuvo cortando toda la caza, por lo que
estaban bastante tristes por el resultado particular. Una pena, ya que el padre de Paco se desplaza
desde Barcelona exclusivamente para venir a cazar con su hijo.

Fue terminar de comer, llegar las primeras reses y empezar a
diluviar, todo al unísono. Realmente,
las caras de los presentes era de satisfacción.
Había puestos de 8 reses, de 6 de 5… aunque también hubo algunos que se
fueron bolos, como es normal en una finca abierta.
El plantel empezaba a dar miedo; los remolques seguían
llegando y ya empezaba a correr la voz de que se iban a abatir más de 250
reses, como finalmente así fue. En
total, 122 venaos y 141 cochinos para 98 puestos, saliendo una media de 2,6
reses/puesto. Increíble lo
ocurrido. Unos 10 cochinos de tablilla,
con 2 o 3 que llegarán a medalla, terminó con lo que yo denominaría una de las
monterías en abierto del siglo.
Ya cuando empezó a jarrear de verdad, nos despedimos
felicitando a Cinegética los Barrancos por la montería dada, y cogimos
carretera y manta ya que nos quedaba un largo trayecto de vuelta hasta nuestras
residencias.
Nos tomamos un último
café en un bar de Córdoba para despedirnos y con la sensación de haber asistido
a algo histórico; no sólo por el
resultado en sí, sino por la perfecta organización, el clima perfecto para
montear, el buenísimo ambiente reinante, etc…
La vuelta con mi Vitarilla (que se portó como un campeón), sólo, bajo un diluvio y de noche cerrada, me dio tiempo para perderme en los
recuerdos de lo que había ocurrido. Porque
sí, yo estuve en la Aljabara 2016…
Muy buena crónica. Enhorabuena
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