Hay días en los que, no se sabe muy bien por qué, todo sale
a pedir de boca. Pues bien, el pasado 13
de Noviembre se puede considerar como un día de los que crea afición, donde uno
recuerda aun cómo eran las monterías de antaño, con verdaderos amigos
compartiendo armada, con uno de los mejores ambientes que recuerdo y teniendo
la seguridad de que todos nos íbamos a respetar nuestros dominios.
El plan, de lo más sugerente; un amigo de Manolo nos había
invitado a asistir a la montería “ El Paguillo”, concretamente a la parte de la
mancha que le correspondía en propiedad, en el término municipal de
Espiel. Cubriríamos dos armadas de cierre
de una espesa umbría en la parte baja de la mancha, más dos puestos de
propiedad. En total, 16 puestos de los
50 más o menos que constaba la montería.
Pero como siempre digo, mejor empezar desde el principio y no desde
final, ya que la ocasión lo merece.
Los “todosauna” habían quedado en el bar Sillero a las 7
para salir todos juntos al cazadero previo ritual de la cerveza o pacharán
(menos mal que están cambiando los hábitos ya que la cerveza no me entra a esas
horas…jaja). A mí me recogerían a las
7:30 y, como no, fueron puntuales como clavos.

A la llegada a la junta, ya se encontraba el grueso de la
Peña, con la grata sorpresa de ver a los miembros cordobeses Paco y Juan, los
cuales hacía casi un año que no los veíamos ya que están dedicados enteramente
a la menor esta temporada. Seríamos 9
puestos de la Peña, la mayoría compartidos excepto los de Vassily, Matías, Paco
Herrera y un servidor, ya que mi socio Carlos no pudo asistir debido a
compromisos familiares ineludibles.

La junta en el bar “Raulito”, en pleno pueblo de Espiel,
donde un buen número de monteros aguardábamos la migas como si no hubiera
mañana. La verdad es que me supieron
buenísimas entre charlas con los amigos mientras elucubrábamos lo que nos
podría deparar el día.
El sorteo comenzaba y el propietario de la finca nos invitó
a entrar al bar para sortear nuestras posturas.
Aclarar que son dos cotos que se unen para dar las hectáreas mínimas
establecidas para el aprovechamientos de caza mayor, por lo que es sabido por
todos los monteros las condiciones y que hubiera dos sorteos para una misma
montería.
El amigo de Manolo nos aclaró que había dos puestos que se
irían con la otra parte de la batida, mientras que el resto iríamos juntos al
cazadero. Nuestro anfitrión nos fue nombrando uno a uno, quedando dispuestos de la siguiente manera.
- Paker y Aurora. En el
1 del cachorro. Aurora le trae suerte
por lo que se ve, y aunque el puesto sobre el papel no parecía de los mejores,
fue uno de los triunfadores de la jornada, como ya nos tiene acostumbrados…jaja

- Paco y Juan. 5 del Cachorro. Otro igual que el anterior, con
mejor ubicación si cabe y parte protagonista de uno de los lances más surrealistas que
conozco, como comentaré a posteriori.
- Luisfer y Álvaro Martín.
6 del Cachorro. Prefiero comentar
más adelante el lance al cochinaco de la jornada.
- Matías. 4 de la
Linde. Un cierre perpendicular al
río. Puestos mucho más cerrados, pero
muy cochineros.
- Paco Herrera. 1 de la
Linde. Cerraba el corner de la mancha
con Paker. Tenía un testero bonito donde
se podrían escurrir las reses.
- Manolo y Presi. En el
2 de los Olivos. Puesto de propiedad en
todo el centro de la mancha que nos correspondía. Puestazo en pocas palabras, dominando una
amplia superficie y bastante menos cerrado que el resto de las posturas.
- Vassily. En el 4 de la
Loma. Era uno de los pasos que se iría
con el resto de la batida. En teoría,
uno de los mejores de la mancha, como así pudo confirmarlo a las 15:00 de la
tarde.
- Servidor. En el 2 de
la Linde.
Nos juntamos con el resto de monteros y en nada las primeras
armadas comenzaron a salir hacia el cazadero.
Antes, el organizador de la montería dejó las instrucciones claras de
que no se podían abatir hembras ni varetos.
Me parece bien que se empiece a aplicar el sentido común, ya que se
lleva dando cera a las hembras por toda la zona norte de Córdoba durante años y
creo que hace falta parar la sangría.
No tardamos mucho en salir las 2 armadas que componíamos
toda la Peña, excepto Vassily, hacia la finca, riéndonos por la suerte de cada
uno y de lo que podíamos hacer en cada postura.

Bajamos en completo silencio hasta la caja del arroyo y “el
cachorro” se desvió a la izquierda para ir poniendo los puestos en el camino
paralelo al curso del río, mientras nosotros comenzábamos a subir una fuerte
pendiente para cerrar en perpendicular.
Paco Herrera iba pagando los excesos de la noche y perdía
fuelle a cada paso dado. Menos mal que su
puesto se encontraba relativamente cerca, sino revienta allí mismo..jajaja.
Seguimos subiendo al ritmo endiablado marcado por el postor
y, a una buena distancia del 1, se encontraba mi postura. Dominaba un testero de fuerte pendiente con
un montarral de tres pares, pero con algunos claretes donde poder meter el
visor en caso de que algo faldease o buscase la huida hacia la otra
mancha. Un puesto cochinero donde los
haya, precioso y difícil a la vez.
Aquello tenía muy buena pinta, ya que era el final de la
enorme umbría que dominaban los puestos del cachorro, y todos los cochinos
acabarían allí si no querían terminar en los llanos de la finca fuera del resguardo
del monte.
Ya en la soledad de la postura veo como me entra un zorro
por la parte alta del testero sin hacer el más mínimo ruido. Apenas le veo en dos claretes y desaparece en
la espesura. Otro más se me queda mirando durante más de un minuto sin saber
muy bien lo que hacer… la verdad es que no suelo tirarlos aunque sean
considerados especies cinegéticas, ya que la montería acababa de empezar y no
sabía muy bien lo que iba a deparar pegar un cebollazo a primera hora.
Se oyen tiros espaciados en la lejanía, pero por nuestra
parte aún no se escucha nada, cosa normal debido a la enorme defensa que tienen
las reses en toda la zona. Poco tiempo
después, los camiones con las rehalas empiezan a aparecer. Dos rehalas batirían desde los llanos a
espaldas de Paker hacia dentro, y volverían por sus pasos. Pocas me parecen para lo que tienen en
frente, pero bueno, lo primero que debe haber son reses.
Fue soltar, meterse el primer perro en el monte y aquello
explotó. El último puesto de mi armada
comienza con la feria, e intuyo que el Presi y Manolo están dando rienda suelta
a sus rifles. En nada comienzan a subir
la fuerte pendiente la rehala que lleva la mano alta, cuando un puntero levanta
entre mi puesto y el 1 un venao que canta el perrero a viva voz que se dirige
al corner que dominan mis amigos vecinos.

La batida prosigue y aquello es una feria, todos los de mi
alrededor están tirando pero yo aún sigo dejándome los ojos en el pecho sin ver
nada, ¿quizás me están pasando y no consigo verlos debido al montarral?.
No tarda en volver a tirar el 3 y al instante siento el
monte crujir. Veo el jaral moverse por
mi derecha, pero no logro distinguir de que se trata, hasta que, en un clarillo,
veo entre sombras un cochino, detrás otro y otro…una piara faldeando¡¡. Les espero en los claros que tenía estudiados
pero los cochinos empiezan a pararse, a bajar, a subir... pero sin dar
la cara en ningún momento.
El corazón me
sale por la boca ya que veo el tarameo pero sigo sin poder verlos. Más de 10 minutos rondando el testero y
seguían sin moverse de la zona más espesa, por lo que empiezo a entender que lo
que están buscando es un lugar para encamarse.
A menos de 60 metros tenía una piara y no conseguía ver nada…
Al rato se dejan de mover, tengo controlados a dos, el
tercero supongo que se habrá ido sin ni siquiera haberlo visto. Bien, cuando vengan los perros al finalizar
la batida estaré preparado.

Pasada hora y media empiezo a sentir disparos de nuevo en la
armada del Cachorro. Los perros están de
vuelta y están dando la mano de la umbría que dominan. Y aquí comienza uno de los lances más
increíbles que me han contado.
A Paco, en el 5 del “Cachorro”, le entra por detrás un
cochinaco que dispara al trasluzón a escasos metros. El guarro continua como alma que lleva el
diablo metiéndose en el arroyo que tenían delante y quedándose allí, sin
remontar el testero. Todo hacía indicar
que le había alcanzado, ya que no había más de 60 metros desde donde recibió el
disparo hasta donde se encamó.
Transcurridos 30 min mas o menos de la batida, los perros
llegan hasta la caja del arroyo y empiezan a ladrar al cochino, pero éste
vuelve por sus pasos hacia el puesto de Paco y Juan, no pudiendo verle en esta
ocasión debido al espeso jaral, y comienza
a subir al testero de Luisfer y Álvaro que se encontraban en el 6.
El segundo lo tiene cruzado, a 20 metros y lo iba a abrasar cuando, con
total sorpresa, escucha al postor decir… - No dispares que estoy aquí¡¡¡. El postor había empezado a retirar los puestos
cuando estaban los perros aun cazando y se había metido en el tiradero¡¡¡.

Acto seguido, se reincorpora como puede del susto y le pega
un tiro de mala manera con el guarro de culo, pero no llegó a ver sangre por
ningún sitio. Al final el cochino fue
abatido por el postor de otra armada, pero la imagen del burro arrasando monte
y derecho hacía él, le dejo blanco durante el resto del día.
Los rehaleros se acercan y empiezo a temer que no batan mi
testero ya que se encuentran volcados a la umbría. Realmente casi venían solos, porque cada
perro se encontraba con los guarros cientos de metros atrás intentando hacerles
salir (con más rehalas aquello hubiera sido sonado), pero por más que los llamaban
para la recogida, éstos estaban tan picados que no les hacían ni caso. Pero hete ahí mi suerte cuando un podenco
perdido y a su bola aparece en mi pecho y en nada que se pone a ladrar a uno de
los cochinos que tenía controlado.

Sin mucho tiempo para disfrutar del lance, le indico donde
se encuentra el otro. Creo que no me
cree realmente porque le veo bajar sin mucho ánimo hasta donde le decía. Se pone a dar palos a la vegetación sin ton
ni son a su alrededor cuando, arranca otro guarro en dirección contraria al
primero¡¡¡.
La única zona de disparo era justo donde se encontraba el
postor, pero claro, teniendo que esperar a que se alejara bastantes metros de
él, el cochino se adentró en la espesura y sólo pude realizar un tiro estando
de culo y sin apenas visión.
Ya cuando el postor estaba volviendo por sus pasos, le
arranca otro cochino que no tenía controlado de los mismos pies¡¡¡. Pero a éste no llegué ni a verlo, sólo cuando
traspuso por lo alto del testero pude visualizarlo. Una pena.
Que tensión joder, y que listos son estos animales.
Mis vecinos que empiezan
a retirarse. Al primero que veo
es a Matías, que me comenta que ha tirado a 1 guarro pero que no ha llegado a
darle. Recojo rápido y me subo hasta
donde está el cochino abatido. Es un
guarrete de unos 40 kilos que me ha dado un lance inolvidable.
Lo arrastro un poco y llega el postor con la mula, por lo que
sigo bajando y me percato que soy el último en retirarme del cazadero. Creo que lo hicimos bastante temprano ya que
aun escuchaba a los perros ladrar pese a que sus dueños les seguían llamando
para la recogida.
Al llegar a los coches, allí estaba toda la Peña hablando
del gran triunfador de la jornada, MANOLO DE NUEVO¡¡¡. Había abatido un pedazo de venao y un cochino
con boca en el 2 de “Las Olivas”. Pero
que pedazo de fin de semana se ha marcado mi amigo¡¡¡. Enhorabuena¡¡.

Me monté en el coche de Jose Luis para ir a la junta y me
comentaron que ellos habían estado en una postura donde podían ver toda la
montería pero que se encontraban casi fuera de la mancha, donde el 3 y el 5 del Cachorro les
cortaban toda la caza. Se entretuvieron
viendo numerosos lances en su zona, pero nada ellos.
Cuando llegamos a la comida, allí se encontraba Vassily que
había llegado a ver 8 cochinos y 4 venaos en el 4 de la Loma pero, por petición
del orgánico, no realizó disparos a larga distancia por no cortar la caza al
resto de armadas. Aun así, abatió un
cochino y un zorro a escasa distancia.

Estábamos tomándonos un cocido buenísimo, cuando empezaron a
llegar las primeras reses. Nos quedamos
todos a esperar el venao de Manolo, que se demoró algo ya que estaba
encajado en la hoya que dominaban.
Cuando apareció, de nuevo felicitaciones por el magnífico trofeo abatido
y fotos para perpetuar un día perfecto de montería.
Acabamos, como no, tomándonos un digestivo para despedirnos
hasta la próxima ocasión, concretamente en la Aljabara de
Spínola.
En fin, un día perfecto por todo lo que englobó la jornada tanto en caza, como ambiente, como en todo... Por eso, me gustaría terminar como empecé diciendo.... El Paguillo, una muy grata sorpresa.
En fin, un día perfecto por todo lo que englobó la jornada tanto en caza, como ambiente, como en todo... Por eso, me gustaría terminar como empecé diciendo.... El Paguillo, una muy grata sorpresa.
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