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jueves, 17 de noviembre de 2016

UNA MUY GRATA SORPRESA. EL PAGUILLO


Hay días en los que, no se sabe muy bien por qué, todo sale a pedir de boca.  Pues bien, el pasado 13 de Noviembre se puede considerar como un día de los que crea afición, donde uno recuerda aun cómo eran las monterías de antaño, con verdaderos amigos compartiendo armada, con uno de los mejores ambientes que recuerdo y teniendo la seguridad de que todos nos íbamos a respetar nuestros dominios.

El plan, de lo más sugerente; un amigo de Manolo nos había invitado a asistir a la montería “ El Paguillo”, concretamente a la parte de la mancha que le correspondía en propiedad, en el término municipal de Espiel.  Cubriríamos dos armadas de cierre de una espesa umbría en la parte baja de la mancha, más dos puestos de propiedad.  En total, 16 puestos de los 50 más o menos que constaba la montería.  Pero como siempre digo, mejor empezar desde el principio y no desde final, ya que la ocasión lo merece.


Los “todosauna” habían quedado en el bar Sillero a las 7 para salir todos juntos al cazadero previo ritual de la cerveza o pacharán (menos mal que están cambiando los hábitos ya que la cerveza no me entra a esas horas…jaja).  A mí me recogerían a las 7:30 y, como no, fueron puntuales como clavos.


En el coche del Tesorero, me junté con Sanabria (que buen día hubiera sido para haberte hecho novio…jaja) y el Presi.  Éste último nos estuvo contando la buenísima jornada montera que disfrutaron el día anterior con la Sociedad de cazadores de Belméz en la mancha “Cerro el Moro”, donde Manolo y, como no, Paker abatieron un buen navajero y un bonito venao respectivamente.  Muy buena organización y buenos trofeos en abierto, para repetir sin dudarlo.

A la llegada a la junta, ya se encontraba el grueso de la Peña, con la grata sorpresa de ver a los miembros cordobeses Paco y Juan, los cuales hacía casi un año que no los veíamos ya que están dedicados enteramente a la menor esta temporada.  Seríamos 9 puestos de la Peña, la mayoría compartidos excepto los de Vassily, Matías, Paco Herrera y un servidor, ya que mi socio Carlos no pudo asistir debido a compromisos familiares ineludibles.

Cuando llegó el protagonista del día anterior, Manolo, todo eran felicitaciones por el buen cochino abatido, ya que llevaba año y medio sin tocar pelo¡¡¡.  Pero es de los que le puede la afición y no se viene abajo por una mala racha.  Así que, premio a su constancia y buen hacer.

La junta en el bar “Raulito”, en pleno pueblo de Espiel, donde un buen número de monteros aguardábamos la migas como si no hubiera mañana.  La verdad es que me supieron buenísimas entre charlas con los amigos mientras elucubrábamos lo que nos podría deparar el día.

El sorteo comenzaba y el propietario de la finca nos invitó a entrar al bar para sortear nuestras posturas.  Aclarar que son dos cotos que se unen para dar las hectáreas mínimas establecidas para el aprovechamientos de caza mayor, por lo que es sabido por todos los monteros las condiciones y que hubiera dos sorteos para una misma montería.

El amigo de Manolo nos aclaró que había dos puestos que se irían con la otra parte de la batida, mientras que el resto iríamos juntos al cazadero.   Nuestro anfitrión nos fue nombrando uno a uno, quedando dispuestos de la siguiente manera.

-   Paker y Aurora.  En el 1 del cachorro.  Aurora le trae suerte por lo que se ve, y aunque el puesto sobre el papel no parecía de los mejores, fue uno de los triunfadores de la jornada, como ya nos tiene acostumbrados…jaja
-   Jose Luis y Sanabria.  4 del cachorro.  Todos estos puestos seguían la dirección del río con un pecho en frente enorme.  Puestos de ensueño para cualquier montero.
-   Paco y Juan. 5 del Cachorro. Otro igual que el anterior, con mejor ubicación si cabe y parte protagonista de uno de los lances más surrealistas que conozco, como comentaré a posteriori.
-   Luisfer y Álvaro Martín.  6 del Cachorro.  Prefiero comentar más adelante el lance al cochinaco de la jornada.

-   Matías.  4 de la Linde.  Un cierre perpendicular al río.  Puestos mucho más cerrados, pero muy cochineros.
-   Paco Herrera.  1 de la Linde.  Cerraba el corner de la mancha con Paker.  Tenía un testero bonito donde se podrían escurrir las reses.
-   Manolo y Presi.  En el 2 de los Olivos.  Puesto de propiedad en todo el centro de la mancha que nos correspondía.  Puestazo en pocas palabras, dominando una amplia superficie y bastante menos cerrado que el resto de las posturas. 
-   Vassily.  En el 4 de la Loma.  Era uno de los pasos que se iría con el resto de la batida.  En teoría, uno de los mejores de la mancha, como así pudo confirmarlo a las 15:00 de la tarde.
-   Servidor.  En el 2 de la Linde.

Nos juntamos con el resto de monteros y en nada las primeras armadas comenzaron a salir hacia el cazadero.  Antes, el organizador de la montería dejó las instrucciones claras de que no se podían abatir hembras ni varetos.  Me parece bien que se empiece a aplicar el sentido común, ya que se lleva dando cera a las hembras por toda la zona norte de Córdoba durante años y creo que hace falta parar la sangría.

No tardamos mucho en salir las 2 armadas que componíamos toda la Peña, excepto Vassily, hacia la finca, riéndonos por la suerte de cada uno y de lo que podíamos hacer en cada postura.

Cuando llegamos al cortijo de la finca en lo alto de una loma y vimos la mancha al fondo, ésta nos encantó.  Aquello era una enorme umbría de jarales, encinas y coscojas, espectacular para el resguardo de los cochinos.  No era ni de broma lo que nos imaginábamos, sino algo mucho mejor.


Bajamos en completo silencio hasta la caja del arroyo y “el cachorro” se desvió a la izquierda para ir poniendo los puestos en el camino paralelo al curso del río, mientras nosotros comenzábamos a subir una fuerte pendiente para cerrar en perpendicular. 

Paco Herrera iba pagando los excesos de la noche y perdía fuelle a cada paso dado.  Menos mal que su puesto se encontraba relativamente cerca, sino revienta allí mismo..jajaja.

Seguimos subiendo al ritmo endiablado marcado por el postor y, a una buena distancia del 1, se encontraba mi postura.  Dominaba un testero de fuerte pendiente con un montarral de tres pares, pero con algunos claretes donde poder meter el visor en caso de que algo faldease o buscase la huida hacia la otra mancha.  Un puesto cochinero donde los haya, precioso y difícil a la vez.


Aquello tenía muy buena pinta, ya que era el final de la enorme umbría que dominaban los puestos del cachorro, y todos los cochinos acabarían allí si no querían terminar en los llanos de la finca fuera del resguardo del monte.

Ya en la soledad de la postura veo como me entra un zorro por la parte alta del testero sin hacer el más mínimo ruido.  Apenas le veo en dos claretes y desaparece en la espesura. Otro más se me queda mirando durante más de un minuto sin saber muy bien lo que hacer… la verdad es que no suelo tirarlos aunque sean considerados especies cinegéticas, ya que la montería acababa de empezar y no sabía muy bien lo que iba a deparar pegar un cebollazo a primera hora.

Se oyen tiros espaciados en la lejanía, pero por nuestra parte aún no se escucha nada, cosa normal debido a la enorme defensa que tienen las reses en toda la zona.  Poco tiempo después, los camiones con las rehalas empiezan a aparecer.  Dos rehalas batirían desde los llanos a espaldas de Paker hacia dentro, y volverían por sus pasos.  Pocas me parecen para lo que tienen en frente, pero bueno, lo primero que debe haber son reses.

Fue soltar, meterse el primer perro en el monte y aquello explotó.  El último puesto de mi armada comienza con la feria, e intuyo que el Presi y Manolo están dando rienda suelta a sus rifles.  En nada comienzan a subir la fuerte pendiente la rehala que lleva la mano alta, cuando un puntero levanta entre mi puesto y el 1 un venao que canta el perrero a viva voz que se dirige al corner que dominan mis amigos vecinos.

Paco lo va a abrasar, le va a entrar a huevo… siento su disparo pero el venao prosigue su carrera hacia abajo donde Paker le estaba esperando, pegándole 3 zurriagazos que parecen haber hecho diana.  Un rato después, fuera de mi campo de visión, los perros ladran a parado y Paker culmina el lance rematándolo a cuchillo.  Primera res del grupo y esto no ha hecho nada más que empezar¡¡¡¡.
 
La batida prosigue y aquello es una feria, todos los de mi alrededor están tirando pero yo aún sigo dejándome los ojos en el pecho sin ver nada, ¿quizás me están pasando y no consigo verlos debido al montarral?. 

No tarda en volver a tirar el 3 y al instante siento el monte crujir.  Veo el jaral moverse por mi derecha, pero no logro distinguir de que se trata, hasta que, en un clarillo, veo entre sombras un cochino, detrás otro y otro…una piara faldeando¡¡.  Les espero en los claros que tenía estudiados pero los cochinos empiezan a pararse, a bajar, a subir... pero sin dar la cara en ningún momento. 

El corazón me sale por la boca ya que veo el tarameo pero sigo sin poder verlos.  Más de 10 minutos rondando el testero y seguían sin moverse de la zona más espesa, por lo que empiezo a entender que lo que están buscando es un lugar para encamarse.  A menos de 60 metros tenía una piara y no conseguía ver nada…

Al rato se dejan de mover, tengo controlados a dos, el tercero supongo que se habrá ido sin ni siquiera haberlo visto.  Bien, cuando vengan los perros al finalizar la batida estaré preparado.

Mientras, todo se tranquiliza un poco ya que no se oyen disparos y he dejado de escuchar a los perreros jalear a los suyos.  No podía creerme tener 2 cochinos ahí mismo y no poder hacer nada, encima daba algo el aire por lo que sabían de más que estaba ahí.  Ni moverme quería por miedo a que arrancasen en dirección contraria a la esperada.

Pasada hora y media empiezo a sentir disparos de nuevo en la armada del Cachorro.  Los perros están de vuelta y están dando la mano de la umbría que dominan.  Y aquí comienza uno de los lances más increíbles que me han contado.

A Paco, en el 5 del “Cachorro”, le entra por detrás un cochinaco que dispara al trasluzón a escasos metros.  El guarro continua como alma que lleva el diablo metiéndose en el arroyo que tenían delante y quedándose allí, sin remontar el testero.  Todo hacía indicar que le había alcanzado, ya que no había más de 60 metros desde donde recibió el disparo hasta donde se encamó. 

Transcurridos 30 min mas o menos de la batida, los perros llegan hasta la caja del arroyo y empiezan a ladrar al cochino, pero éste vuelve por sus pasos hacia el puesto de Paco y Juan, no pudiendo verle en esta ocasión debido al espeso jaral, y comienza a subir al testero de Luisfer y Álvaro que se encontraban en el 6.  El segundo lo tiene cruzado, a 20 metros y lo iba a abrasar cuando, con total sorpresa, escucha al postor decir… - No dispares que estoy aquí¡¡¡.  El postor había empezado a retirar los puestos cuando estaban los perros aun cazando y se había metido en el tiradero¡¡¡. 

Claro, Alvaro que baja el rifle al instante, el cochino gira su dirección y va derecho a Luisfer.  Tampoco va a poder disparar porque el dichoso postor se encuentra en línea, por lo que se acula en la encina y se pone a rezar para que el trolebús no le pase por encima.  Cuando el guarro le ve, pega un quiebro lanzándose a la coscoja que tenía a su lado y la destroza, rozandole a su paso el pantalón y quedándose petrificado por la potencia del animal.

Acto seguido, se reincorpora como puede del susto y le pega un tiro de mala manera con el guarro de culo, pero no llegó a ver sangre por ningún sitio.  Al final el cochino fue abatido por el postor de otra armada, pero la imagen del burro arrasando monte y derecho hacía él, le dejo blanco durante el resto del día.

Los rehaleros se acercan y empiezo a temer que no batan mi testero ya que se encuentran volcados a la umbría.  Realmente casi venían solos, porque cada perro se encontraba con los guarros cientos de metros atrás intentando hacerles salir (con más rehalas aquello hubiera sido sonado), pero por más que los llamaban para la recogida, éstos estaban tan picados que no les hacían ni caso.  Pero hete ahí mi suerte cuando un podenco perdido y a su bola aparece en mi pecho y en nada que se pone a ladrar a uno de los cochinos que tenía controlado.

El cochino que no sale y el perro insiste en su ladra, hasta que hace aparecer a mi postor en lo alto del cerro que ya andaba recogiendo al personal de la zona alta para ver qué ocurría.  Le aviso de que se acerque porque tengo dos cochinos controlados y están aplastados sin ánimo de salir.  El postor que se acerca con un palo hasta la ladra del perro.  Fue verle y el cochino salir como un avión faldeando el testero.  Le sigo como puedo entre la espesura, le corro algo la mano cuando aparece en uno de los claretes y….. pum¡¡, el guarro se desploma hecho un taco.  Vaya tiro¡¡¡, estoy que no me lo creo.

Sin mucho tiempo para disfrutar del lance, le indico donde se encuentra el otro.  Creo que no me cree realmente porque le veo bajar sin mucho ánimo hasta donde le decía.  Se pone a dar palos a la vegetación sin ton ni son a su alrededor cuando, arranca otro guarro en dirección contraria al primero¡¡¡.

La única zona de disparo era justo donde se encontraba el postor, pero claro, teniendo que esperar a que se alejara bastantes metros de él, el cochino se adentró en la espesura y sólo pude realizar un tiro estando de culo y sin apenas visión.

Ya cuando el postor estaba volviendo por sus pasos, le arranca otro cochino que no tenía controlado de los mismos pies¡¡¡.  Pero a éste no llegué ni a verlo, sólo cuando traspuso por lo alto del testero pude visualizarlo.  Una pena.

Que tensión joder, y que listos son estos animales.


Mis vecinos que empiezan  a retirarse.  Al primero que veo es a Matías, que me comenta que ha tirado a 1 guarro pero que no ha llegado a darle.  Recojo rápido y me subo hasta donde está el cochino abatido.  Es un guarrete de unos 40 kilos que me ha dado un lance inolvidable.

Lo arrastro un poco y llega el postor con la mula, por lo que sigo bajando y me percato que soy el último en retirarme del cazadero.  Creo que lo hicimos bastante temprano ya que aun escuchaba a los perros ladrar pese a que sus dueños les seguían llamando para la recogida.

Al llegar a los coches, allí estaba toda la Peña hablando del gran triunfador de la jornada, MANOLO DE NUEVO¡¡¡.  Había abatido un pedazo de venao y un cochino con boca en el 2 de “Las Olivas”.  Pero que pedazo de fin de semana se ha marcado mi amigo¡¡¡.  Enhorabuena¡¡.

Por lo visto habían estado en un puestazo, dominando un testero por un lado y una hoya en todo el centro de la mancha.  El primer cochino consiguió darle cuando bajaba el pecho como un avión, y el venao a una considerable distancia y cuando ya casi dejaban de verlo.  Dos tirascazos que culminaron un fin de semana perfecto para él.


Me monté en el coche de Jose Luis para ir a la junta y me comentaron que ellos habían estado en una postura donde podían ver toda la montería pero que se encontraban casi fuera de la mancha, donde el 3 y el 5 del Cachorro les cortaban toda la caza.  Se entretuvieron viendo numerosos lances en su zona, pero nada ellos.

Cuando llegamos a la comida, allí se encontraba Vassily que había llegado a ver 8 cochinos y 4 venaos en el 4 de la Loma pero, por petición del orgánico, no realizó disparos a larga distancia por no cortar la caza al resto de armadas.  Aun así, abatió un cochino y un zorro a escasa distancia.
Refrescos y cerveza helada compensaban la solanera que nos habíamos pegado mientras cada uno contaba la historia de su postura.  Realmente, de 9 puestos, habíamos tirado 8 y abatido 4 (2 venaos y 3 cochinos), abatiéndose en total 20 cochinos y 9 venaos, la mayoría en la mancha que nos ubicamos.  Lo firmaría en todas las jornadas de aquí a final de temporada vaya.

Estábamos tomándonos un cocido buenísimo, cuando empezaron a llegar las primeras reses.  Nos quedamos todos a esperar el venao de Manolo, que se demoró algo ya que estaba encajado en la hoya que dominaban.   Cuando apareció, de nuevo felicitaciones por el magnífico trofeo abatido y fotos para perpetuar un día perfecto de montería.


Acabamos, como no, tomándonos un digestivo para despedirnos hasta la próxima ocasión, concretamente en la Aljabara de Spínola.  

En fin, un día perfecto por todo lo que englobó la jornada tanto en caza, como ambiente, como en todo... Por eso, me gustaría terminar como empecé diciendo.... El Paguillo, una muy grata sorpresa.

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