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martes, 8 de noviembre de 2016

FIN DE SEMANA EN HUESCAR (PARTE 1).




Cuesta comenzar una crónica de montería cuando todo lo englobó el pasado fin de semana fue mucho más que una simple jornada cinegética.  Así que prefiero avisar de antemano que este post se va a centrar en todo lo vivido a lo largo de los 3 días, desde el comienzo hasta el final… con todos los amigos y conocidos que nos embarcamos en semejante viaje hasta Huescar, y no sólo en la montería en sí.

De todas formas lo haré en dos fascículos porque esta crónica da para un libro.  Aunque intentaré resumirlo lo más posible
.
Bien, toda la Peña casi al completo (sólo faltó Sanabria), más algunos amigos cercanos, estábamos apuntados desde hacía meses a esta montería en la finca “La Losa”, provincia de Granada.  Se monteaba una parte abierta que llevaba años sin tocar, casi virgen por así decirlo.   Un enorme montarral con caminos impracticables y armadas montadas a la antigua usanza, siguiendo las veredas y cerrando gateras en completo silencio.  Se podría tirar a toda la fauna existente… venaos, cochinos, gamos, muflones y hembras. Una montería de las de antes por resumirlo en pocas palabras.

El esfuerzo hecho por parte de todos para cuadrar las agendas y cerrar las obligaciones antes de partir, denotaba que no iba a ser un fin de semana cualquiera, si no un evento de 3 días de duración que iba más allá de poder compartir nuestra afición con amigos.
 
En mi caso, todo comenzó el viernes 28, en casa de mi socio Carlos a las 14:00 de la tarde, donde habíamos quedamos con Jose Luis (Tesorero) para partir los 3 en mi coche hacía el cazadero cuando recogiéramos a la niña del primero de la guardería.  El resto habían cuadrado sus horarios para hacer el viaje en compañía, ya que no había sido posible que alquiláramos una furgoneta de 9 como teníamos previsto.

Después de algunos problemillas, pudimos salir alrededor de las 15:30 en dirección a Granada, por Antequera, más kilómetros pero todo autovía.  El viaje larguísimo, parándonos de vez en cuando a tomarnos algo y hablando con el resto para ver por donde iban.  Mis compañeros de viaje comenzaron a “calentar motores” en cada parada, mientras que yo me hartaba de café para aguantar semejante tostón de carretera.

Cuando anochecía, llegamos por fin al Hotel Patri, donde ya nos esperaban Luisfer y Alejandro que habían tenido tiempo de ir hasta la finca a montear para echarle un vistazo desde la carretera.  Soltar las cosas en las habitaciones y directos al bar, a saludar a la organización que ya se encontraba recibiendo al personal y a algunos monteros conocidos de Córdoba.

Yo ya di escape libre al alcohol, por lo que las cervezas empezaron a caer como churros mientras iba llegando el grueso de la Peña (no va con segundas eh?, jajaja).  Matías, Rafa, Paker, Luismi, Vassily, Manolo, Presi…y hasta un total de 14 conformábamos el grupo de marras que nos aventuramos a este enredo…XD.

Como el hotel estaba a rebosar, decidimos irnos a cenar a cualquier otro bar que encontrásemos por el pueblo  con el fin de perpetuar la reunión de toda la Peña.  La verdad es que fue curioso ver la cara del dueño del “agraciado” restaurante que observo entrar a semejante marabunta a sus dominios.  Creo que hizo bien en abrir la parte del comedor y “escondernos” allí para no “espantar” al resto del personal…jajaj.  Unas palabras del Presi y a ponernos ciegos de comer y beber como si no hubiera mañana.
   
 El ritmo de los “todosauna” era elevado, por lo que yo, cuando salí de aquel bar, ya estaba encendido cual mechero en busca de esos Pubs de aquella “ciudad sin ley” que me habían ido contando los que fueron el año pasado a la parte cercada de la finca.


Jose Luis tenía razón, los Pubs estaban ¡¡”ah픡¡ (jajajaj)… si, a escasos 50 metros del Hotel, pero no eran como me lo imaginaba.  Allí no había un alma, aparte de que parecían sótanos de casa vieja aderezado con telas de araña de coña debido a la fiesta esta de los americanos…

Por supuesto que los cubatas seguían cayendo solos, pero dado el poco ambiente reinante, muchos no tardaron en largarse ya que a la mañana siguiente había una montería con altas expectativas de
darse bastante bien, según nos comentaban, por lo que debíamos estar descansados.

Realmente fue una noche tranquila, sin mucho desfase ya que el cansancio del día hizo mella en todos y preferimos no alargarnos en demasía, aunque yo me acosté algo “doblao” y sabiendo que mañana iba a tener un resacón de tres pares.

La junta era en el mismo bar del hotel, por lo que podríamos caernos de la cama para coger las migas.  Gracias a mi socio me pude levantar, porque yo ya estaba rezongando y con la boca seca cual zapato.  Duchazo, spidifen para empezar la mañana y primer sin sabor del día, no había migas¡¡¡¡¡¡.  Sólo  un churro aplastado con café que me entró más por vergüenza que otra cosa.  La verdad es que me sorprendió este hecho ya que, entre que el lugar de reunión fue en el mismo pueblo y que no hubiese un desayuno típico montero….no sé, pero las cosas no empezaron bien, ya que estamos acostumbrados a otro tipo de juntas en mitad del campo y con migas.


Mientras cada compañero iba sacando su propia farmacia (yo llevé 6 sobres de spidifen) para aguantar el día e íbamos mirando la mancha a batir en el plano, dio comienzo el sorteo en la plaza del pueblo. 

Realmente no teníamos ni idea de qué armadas eran más querenciosas y cuáles no, sólo veíamos una enorme jungla verde alrededor de todos los puestos, por lo que parecía cierto que iba a ser una montería de puestos cortos y cerrados como los de antaño.

La suerte quiso concentrar a la mayoría de la Peña en la parte alta del mapa, más o menos distribuidos de la siguiente manera.

      -  Vassily y Paker.  4 y 5 de la Tatua.  Era un único puesto, pero dividido en dos debido a dos enormes gateras que tenían que cubrir cada uno de los monteros.
      -   Presi y Paco Herrera.  En el 2 del Collado Blanco.  Sobre el papel, buena armada la que le tocó a la mayoría de la Peña. 
    -  Luismi y Rafa.  En el 6 del Collado Blanco, otros con buena mano a priori. 
      -   Luisfer y Alejandro.  En el 9 de la Teja, haciendo de cierre de la armada.
      -   Jose Luis y Manolo.  En el 6 de las Alegas, de los pocos puestos en traviesa que tenía la mancha, o sea que buenísimo en teoría.
   -   Matías y Dani.  En el 3 del Morro del Almirez…visto el plano, altos iban a estar.  Menos mal que no iba a hacer frio…ouch.
    -     Carlos y un servidor.  Mi socio tuvo buena mano y saco el 4 de Collado Blanco, junto con varios de la Peña y todos sin coche para subir al cazadero…”cojonuo”..jajaja.

Estábamos hablando de la suerte de cada uno y cómo íbamos a subir a los puestos, cuando Jose Morillo comenta al Presi que ha fallado un montero y por lo tanto sobrado un puesto (el 1 de las Alegas) y que fuéramos alguno de nosotros al mismo.  Teníamos que hacerlo rápido ya que ese puesto se iba a colocar con la primera armada en salir (La Tatua) porque hacía de cierre con ellos.  Lo sortearíamos entre los que quisieran desdoblarse, pero ninguno quiso hacerlo.  Yo hablé con mi socio y le dije que a mi sí me apetecía ir, ya que la experiencia de la semana anterior en “La Parrilla” a la hora de doblar un puesto tan corto no fue muy buena (al final sólo caza uno, turnándose con el compañero cada rato).

Así que, sin tiempo para más, cogí los bártulos de mi coche y me monté con Vassily y Paker para ir al cazadero ya que aquello empezaba ya.

Con nosotros se vino el postor de la Tatua, un chaval de la zona que nos puso algo al día de lo que nos íbamos a encontrar mientras nos dirigíamos a la finca.  Nos dijo que su armada era el mejor cierre de la mancha, compuesto por gateras por las que entraría un toro, y mi puesto se podría decir que era el primero de la armada, aunque algo alejado del resto.  Por los gamos y venaos, mejor no esperar mucho ya que entre risas nos dijo que aquello lo tenían bastante traqueteado los furtivos de la zona…pero que de cochinos estaría la cosa bien.  En fin, tampoco nos hizo mucha gracia aquello, pero siempre podría haber alguna sorpresa.

Seguimos durante 20 minutos de carretera cuaternaria hasta desviarnos por un camino a la derecha.  ¡¡Fue entrar y encontrarnos en el amazonas¡, la vegetación se comía el camino y había defensa ahí para esconder un ejército¡¡.  Mi puesto no distaba mucho de la entrada de la finca, y en nada apareció la tira en lo alto de una monda, al lado de una bifurcación de caminos, los cuales mis compis de viaje se desviarían a la derecha y de frente subiría la armada de las Alegas.


Bajarme, coger las cosas y subirme a dicha monda para otear mi puesto.  La verdad es que era bastante sucio, con dos únicos posibles tiraderos.  Uno en el mismo camino de las Alegas, y el otro en el pequeño clarete que formaba dicha bifurcación, donde moría un regajón enorme por donde se podrían escurrir las reses.  El único pero es que los de la armada de la Tatua habían dejado los coches a escasos 50 metros de mi puesto, pudiendo ver el culo del último en mitad de mi mejor posibilidad de tiro.  Dado el corto tiradero, dudé si escopeta o rifle… decantándome por la segunda opción (errando en mi decisión como podréis comprobar en el siguiente fascículo..jaja).

La verdad es que en la primera media hora no se escuchó ni un tiro, ni ningún movimiento de coches o reses.  Y yo ahí, tieso como un espantapájaros, me empecé congelar y a dudar de mi decisión de colocarme sólo. 

En la comida me comentaron los compañeros que el problema fue que los agentes de Medio Ambiente se entretuvieron en pedir toda la documentación a cada uno de los monteros a la entrada de la finca. Mientras, los del Collado Blanco iban todos dentro del Land Rover de un postor llamado Niki o Miki.  Por lo visto, era un personajazo de no te menees…jajaja.  El famoso Niki cortó por lo sano semejante pantomima y mandó a los de Medio Ambiente a tomar por culo, ya que estaban demorando la montería en demasía.  

Continuaron el camino los 7 tios metidos en su Land Rover monte arriba para colocar la armada, cuando se dieron cuenta al llegar al primer puesto que “alguien” había arrancado las tiras.  Pero el tal Niki lo solucionó en 0,2 ya que ni corto ni perezoso fue colocando los puestos donde le pareció más conveniente (no acertó en la ubicación de ni uno de ellos, pero al menos los puso de manera segura unos de otros…XD).

Mis compañeros de armada, Jose Luis y Manolo, no tardaron en pasar, saludando al espantapájaro que ocupaba el 1  que ya no sabía ni donde estaba debido a la resaca y al frio que le tenía “enriscado” en aquella monda.

No tardaron en desaparecer camino arriba cuando, de repente, el primer disparo retruena por toda la mancha, muy cerca de donde me encontraba ubicado.


La montería había comenzado….

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