Cuesta comenzar una crónica de montería cuando todo lo
englobó el pasado fin de semana fue mucho más que una simple jornada
cinegética. Así que prefiero avisar de
antemano que este post se va a centrar en todo lo vivido a lo largo de los 3
días, desde el comienzo hasta el final… con todos los amigos y conocidos que
nos embarcamos en semejante viaje hasta Huescar, y no sólo en la montería en
sí.
De todas formas lo haré en dos fascículos porque esta
crónica da para un libro. Aunque
intentaré resumirlo lo más posible
.
Bien, toda la Peña casi al completo (sólo faltó Sanabria),
más algunos amigos cercanos, estábamos apuntados desde hacía meses a esta
montería en la finca “La Losa”, provincia de Granada. Se monteaba una parte abierta que llevaba
años sin tocar, casi virgen por así decirlo.
Un enorme montarral con caminos impracticables y armadas montadas a la
antigua usanza, siguiendo las veredas y cerrando gateras en completo silencio. Se podría tirar a toda la fauna existente…
venaos, cochinos, gamos, muflones y hembras. Una montería de las de antes por
resumirlo en pocas palabras.
El esfuerzo hecho por parte de todos para cuadrar las
agendas y cerrar las obligaciones antes de partir, denotaba que no iba a ser un
fin de semana cualquiera, si no un evento de 3 días de duración que iba más
allá de poder compartir nuestra afición con amigos.
En mi caso, todo comenzó el viernes 28, en casa de mi socio
Carlos a las 14:00 de la tarde, donde habíamos quedamos con Jose Luis
(Tesorero) para partir los 3 en mi coche hacía el cazadero cuando recogiéramos
a la niña del primero de la guardería.
El resto habían cuadrado sus horarios para hacer el viaje en compañía,
ya que no había sido posible que alquiláramos una furgoneta de 9 como teníamos
previsto.
Después de algunos problemillas, pudimos salir alrededor de
las 15:30 en dirección a Granada, por Antequera, más kilómetros pero todo
autovía. El viaje larguísimo, parándonos
de vez en cuando a tomarnos algo y hablando con el resto para ver por donde
iban. Mis compañeros de viaje comenzaron
a “calentar motores” en cada parada, mientras que yo me hartaba de café para
aguantar semejante tostón de carretera.
Cuando anochecía, llegamos por fin al Hotel Patri, donde ya
nos esperaban Luisfer y Alejandro que habían tenido tiempo de ir hasta la finca
a montear para echarle un vistazo desde la carretera. Soltar las cosas en las habitaciones y
directos al bar, a saludar a la organización que ya se encontraba recibiendo al
personal y a algunos monteros conocidos de Córdoba.
Yo ya di escape libre al alcohol, por lo que las cervezas
empezaron a caer como churros mientras iba llegando el grueso de la Peña (no va
con segundas eh?, jajaja). Matías, Rafa,
Paker, Luismi, Vassily, Manolo, Presi…y hasta un total de 14 conformábamos el
grupo de marras que nos aventuramos a este enredo…XD.
Como el hotel estaba a rebosar, decidimos irnos a cenar a
cualquier otro bar que encontrásemos por el pueblo con el fin de perpetuar la reunión de toda la
Peña. La verdad es que fue curioso ver
la cara del dueño del “agraciado” restaurante que observo entrar a semejante
marabunta a sus dominios. Creo que hizo
bien en abrir la parte del comedor y “escondernos” allí para no “espantar” al
resto del personal…jajaj. Unas palabras
del Presi y a ponernos ciegos de comer y beber como si no hubiera mañana.
El ritmo de los
“todosauna” era elevado, por lo que yo, cuando salí de aquel bar, ya estaba
encendido cual mechero en busca de esos Pubs de aquella “ciudad sin ley” que me
habían ido contando los que fueron el año pasado a la parte cercada de la
finca.
Jose Luis tenía razón, los Pubs estaban ¡¡”ah픡¡ (jajajaj)…
si, a escasos 50 metros del Hotel, pero no eran como me lo imaginaba. Allí no había un alma, aparte de que parecían
sótanos de casa vieja aderezado con telas de araña de coña debido a la fiesta
esta de los americanos…
Por supuesto que los cubatas seguían cayendo solos, pero
dado el poco ambiente reinante, muchos no tardaron en largarse ya que a la
mañana siguiente había una montería con altas expectativas de
darse bastante
bien, según nos comentaban, por lo que debíamos estar descansados.
La junta era en el mismo bar del hotel, por lo que podríamos
caernos de la cama para coger las migas.
Gracias a mi socio me pude levantar, porque yo ya estaba rezongando y
con la boca seca cual zapato. Duchazo,
spidifen para empezar la mañana y primer sin sabor del día, no había
migas¡¡¡¡¡¡. Sólo un churro aplastado con café que me entró más
por vergüenza que otra cosa. La verdad
es que me sorprendió este hecho ya que, entre que el lugar de reunión fue en el
mismo pueblo y que no hubiese un desayuno típico montero….no sé, pero las cosas
no empezaron bien, ya que estamos acostumbrados a otro tipo de juntas en mitad
del campo y con migas.
Mientras cada compañero iba sacando su propia farmacia (yo
llevé 6 sobres de spidifen) para aguantar el día e íbamos mirando la mancha a
batir en el plano, dio comienzo el sorteo en la plaza del pueblo.
Realmente no teníamos ni idea de qué armadas eran más
querenciosas y cuáles no, sólo veíamos una enorme jungla verde alrededor de
todos los puestos, por lo que parecía cierto que iba a ser una montería de
puestos cortos y cerrados como los de antaño.
La suerte quiso concentrar a la mayoría de la Peña en la
parte alta del mapa, más o menos distribuidos de la siguiente manera.
- Vassily y
Paker. 4 y 5 de la Tatua. Era un único puesto, pero dividido en dos
debido a dos enormes gateras que tenían que cubrir cada uno de los monteros.
- Presi y
Paco Herrera. En el 2 del Collado
Blanco. Sobre el papel, buena armada la
que le tocó a la mayoría de la Peña.
- Luismi y
Rafa. En el 6 del Collado Blanco,
otros con buena mano a priori.
- Luisfer y
Alejandro. En el 9 de la Teja,
haciendo de cierre de la armada.
- Jose Luis
y Manolo. En el 6 de las Alegas, de
los pocos puestos en traviesa que tenía la mancha, o sea que buenísimo en
teoría.

- Carlos y
un servidor. Mi socio tuvo buena
mano y saco el 4 de Collado Blanco, junto con varios de la Peña y todos sin
coche para subir al cazadero…”cojonuo”..jajaja.
Estábamos hablando de la suerte de cada uno y cómo íbamos a
subir a los puestos, cuando Jose Morillo comenta al Presi que ha fallado un
montero y por lo tanto sobrado un puesto (el 1 de las Alegas) y que fuéramos
alguno de nosotros al mismo. Teníamos
que hacerlo rápido ya que ese puesto se iba a colocar con la primera armada en
salir (La Tatua) porque hacía de cierre con ellos. Lo sortearíamos entre los que quisieran
desdoblarse, pero ninguno quiso hacerlo.
Yo hablé con mi socio y le dije que a mi sí me apetecía ir, ya que la
experiencia de la semana anterior en “La Parrilla” a la hora de doblar un
puesto tan corto no fue muy buena (al final sólo caza uno, turnándose con el
compañero cada rato).
Así que, sin tiempo para más, cogí los bártulos de mi coche
y me monté con Vassily y Paker para ir al cazadero ya que aquello empezaba ya.

Seguimos durante 20 minutos de carretera cuaternaria hasta
desviarnos por un camino a la derecha. ¡¡Fue
entrar y encontrarnos en el amazonas¡, la vegetación se comía el camino y había
defensa ahí para esconder un ejército¡¡.
Mi puesto no distaba mucho de la entrada de la finca, y en nada
apareció la tira en lo alto de una monda, al lado de una bifurcación de
caminos, los cuales mis compis de viaje se desviarían a la derecha y de frente
subiría la armada de las Alegas.
Bajarme, coger las cosas y subirme a dicha monda para otear
mi puesto. La verdad es que era bastante
sucio, con dos únicos posibles tiraderos.
Uno en el mismo camino de las Alegas, y el otro en el pequeño clarete
que formaba dicha bifurcación, donde moría un regajón enorme por donde se podrían
escurrir las reses. El único pero es que
los de la armada de la Tatua habían dejado los coches a escasos 50 metros de mi
puesto, pudiendo ver el culo del último en mitad de mi mejor posibilidad de
tiro. Dado el corto tiradero, dudé si
escopeta o rifle… decantándome por la segunda opción (errando en mi decisión
como podréis comprobar en el siguiente fascículo..jaja).
La verdad es que en la primera media hora no se escuchó ni
un tiro, ni ningún movimiento de coches o reses. Y yo ahí, tieso como un espantapájaros, me
empecé congelar y a dudar de mi decisión de colocarme sólo.
En la comida me comentaron los compañeros que el
problema fue que los agentes de Medio Ambiente se entretuvieron en pedir toda la documentación a cada uno de los monteros a la entrada de la finca. Mientras, los del Collado Blanco iban todos dentro del Land Rover de un postor llamado Niki
o Miki. Por lo visto, era un personajazo
de no te menees…jajaja. El famoso Niki
cortó por lo sano semejante pantomima y mandó a los de Medio Ambiente a tomar
por culo, ya que estaban demorando la montería en demasía.
Continuaron el camino los 7 tios metidos en
su Land Rover monte arriba para colocar la armada, cuando se dieron cuenta al
llegar al primer puesto que “alguien” había arrancado las tiras. Pero el tal Niki lo solucionó en 0,2 ya que
ni corto ni perezoso fue colocando los puestos donde le pareció más conveniente
(no acertó en la ubicación de ni uno de ellos, pero al menos los puso de manera
segura unos de otros…XD).
Mis compañeros de armada, Jose Luis y Manolo, no tardaron en
pasar, saludando al espantapájaro que ocupaba el 1 que ya no sabía ni donde estaba debido a la
resaca y al frio que le tenía “enriscado” en aquella monda.
No tardaron en desaparecer camino arriba cuando, de repente,
el primer disparo retruena por toda la mancha, muy cerca de donde me encontraba
ubicado.
La montería había comenzado….
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