Páginas

lunes, 8 de febrero de 2016

TIEMPOS PASADOS. ZORZALEJO


Hacía mucho tiempo que tenía ganas de asistir a una de las monterías que organiza la Sociedad de Cazadores de Hornachuelos cada año, ya que deseaba poder recordar mis comienzos monteros cuando aún era un crio.

Aún recuerdo cómo se respiraba un ambiente muy diferente al resto de las jornadas; era un ambiente mucho más montero.  Esas juntas en la explanada del “Pedrejón” con los cerros de “Alta Baja” al fondo, o en la misma casa de “Los Villares”, rodeados de sierra, con la única nota discordante del cementerio del Cabril.  O esos sorteos con todos los sobres encima de la mesa, donde tenían preferencia  los puestos de las rehalas a la hora de ser llamados, llevando con ellos esos trabucos para hacerlos “cantar” en mitad de la mancha para así mantener la tradición… y yo, mientras tanto, intentando adivinar donde se encontraban las armadas más querenciosas que cada año repetían sus nombres hasta convertirlas en una parte más de aquella jornada cinegética....Carril central en “La Muela”, Puerto Enebral en la “Adelfilla”, etc…


Aunque, con el paso del tiempo, me di cuenta que lo que realmente las hacía diferentes era la gente que asistía.  Grandes monteros venidos de distintos puntos de la geografía española se reunían en cada mancha para poder montear a la antigua usanza.  Era el último reducto que les quedaba para poder disfrutar de una MONTERÍA de las de antes, alejada aún de la “prostitución” a la que estaba siendo sometida esta modalidad de caza, donde el respeto a las rehalas como parte fundamental de la misma, la educación, las formas, el buen hacer y la falta de “trofeitis” eran  la seña de identidad de cazar con esta Sociedad.

Tristemente, todo evoluciona, y hoy en día se ha perdido casi todo lo comentado anteriormente.  El número de piezas abatidas es el factor único e importante para la mayoría de estos nuevos monteros, que no tuvieron un tutor que les enseñara las normas básicas de la montería, ni se empaparon de cómo y qué hacer con un arma en una postura.  Para ellos, todo lo demás que rodea a esta modalidad es secundario, sólo los resultados personales, frios y vacíos, les sirven como valoración única y principal a la hora de calificar una montería.

En fin, por todo lo comentado anteriormente y con cierta nostalgia, llamé allá por Octubre para ver si tenían algún puesto disponible para alguna de sus manchas y así poder constatar si aún seguían conservando esa identidad propia que los hacía diferentes o, por el contrario, habían sucumbido a estos “nuevos tiempos”.

Como supuse, el cartel de “no hay billetes” llevaba colgado desde mucho antes de comenzar la temporada.  Sabía que la nueva directiva estaba haciendo las cosas bien, y la demanda para poder participar con ellos iba a ser alta, pero no me imaginaba que fuera tan exagerada.

Pero la semana anterior a la celebración de uno de sus fines de semana, un buen amigo me llamo ofreciéndome compartir puesto con él.  No dudé ni un segundo en responderle afirmativamente en cuanto mencionó el nombre de la mancha…¡¡¡¡”Zorzalejo”¡¡¡.  

Zorzalejo, 1700 ha para 78 puestos, que linda con fincas de renombre como “La Carrasquilla” o “Los Membrillos”, muy querenciosa para los cochinos y con gran densidad de cervuno.  En resumidas cuentas, unas de sus mejores manchas.

El sorteo se realizó dos noches atrás debido a que el día anterior se daba “Torilejos”. Una lástima porque era una de las partes de la jornada que me habría gustado disfrutar, pero no pudo ser.

Alberto, mi compañero, asistió hasta Hornachuelos para sacar en suertes el 4 de Mirabueno, cierre con “La Muela”.  A priori, muy buen cierre, en zona alta de la finca donde más reses suele albergar.

La Junta a las 8 de la mañana en la casa de los “Villares y Parrillas”, en un día perfecto para montear.  Ya en el trayecto por la carretera de la Cardenchosa, pasé zonas en las que ya había estado anteriormente monteando, como el 1 de Chozo Redondo en “La Muela” (ese puesto daría para un post completo aparte). 

Como es normal, el lugar de la reunión me encantó, pero más aún cuando pude ver como la mayoría de los componentes de la directiva de la Sociedad de Hornachuelos de cuando cazaba con mi padre y Valentín seguían allí.  Postores, guardas, arrieros… con algunos años más pero con la misma ilusión que cuando les veía siendo un crío¡¡¡.

Con este panorama y rodeado de sierra, las migas me supieron buenísimas, y el café ardiendo  me entró de lujo.  Lástima que apenas tuve tiempo de charlar con nadie, ya que a las 8:30 el nuevo presidente de la Sociedad dio las normas habituales en cada montería con su correspondiente rezo (aquí faltó un antiguo montero que solía recitar la Virgen de la Cabeza como si de un poema se tratase) para, a continuación, dar salidas a las armadas.  Aunque el ambiente era tal y como lo recordaba.

Son las 9 y ya vamos dirección al cazadero¡¡¡.  Por este tipo de cosas prefiero los cierres en fincas abiertas.  Un buen rato de carril a través de “La Muela” hace que podamos disfrutar del paisaje de toda la zona, algo que me sirvió para cerciorarme que no hay zona más bonita para cazar en toda Sierra Morena.   Armada de Lagunillas a la derecha y Mirabueno a la izquierda.
 
Y aquí empezó el sin sabor del día.  El primer puesto estaba situado en el mismo camino que dividía las dos manchas, con un testero precioso como tiradero.  El puesto 2 igual, aunque incluso con más visibilidad si cabe.  Y aquí nos desvían hacia la izquierda para empezar a subir por una fuerte pendiente hasta lo alto de un cerro enorme donde se colocó el 3 y, un poco más a la izquierda, pero aún altísimos al 4 (nosotros).  Los siguientes 3 puestos bajaron hasta coger de nuevo el  camino donde fueron colocados el 1 y 2 para ocupar sus posturas.

En resumen, en vez de seguir el camino habitual del cierre, al 3 y a nosotros nos habían subido unos 300 metros más arriba.  ¿A que fue debido esto?, lo vi nada más ponernos.  Una malla conejera puesta este mismo año, con una superficie de unas 2ha, había sido colocada en plena ladera entre el 4 y el 5.

La orgánica, pensando que cortaríamos las reses del 5, 6 y 7 debido a este obstáculo, subieron los puestos 3 y 4 unos 300 metros arriba pero, como pude constatar, ninguna res faldeó hasta chocar con dicha malla, si no que todas tenían sus querencias marcadas hacia las diferentes posturas.
           (al fondo se puede ver el camino donde debía esta el puesto)

Debido a esto, sólo pudimos ver como cazaban desde lejos, pudiendo ver unos 8 o 10 venaos de bajo porte entrar al tiradero donde debía estar el 4 realmente pero, cuando se metían en el mismo arroyo (a cascaporro si hubiéramos estado allí), éstos se desviaban a izquierda o derecha para buscar una huida menos dura que subir de frente donde había una fortísima pendiente.

Pero no hay mal que por bien no venga.  La traca de tiros fue espectacular, toda la zona era un hervidero y pude ver cazar las rehalas de una forma magistral debido a la visibilidad que me ofrecía estar a semejante altura.

Mi armada fue de las más destacadas, abatiendo el número 5 un venao y un cochino, el 6 cuatro cochinos y un venao y el 7 tiró a ocho venaos y abatió tres o cuatro.  El 3 tampoco hizo nada ya que se encontraba en la misma situación que nosotros, y el 1 y 2 no se sus resultados, pero no pararon de tirar, por lo que supongo que abatirían varias reses.

Al llegar el postor le pregunté por qué nos habían colocado en ese sitio y me confirmó que era cierto que antes estaba abajo en el camino, al igual que el resto de la armada, pero debido a temas de “visibilidad” y esa malla conejera, lo habían modificado este año.

En fin, recogimos los bártulos y nos fuimos a la junta ubicada en una cantera en medio de la mancha.  Cuando llegamos, la gente estaba exultante por el resultado y ya había en la losa un cochino impresionante que dará medalla segura. 

La comida buenísima, con bastante variedad y cantidad.  Encima pusieron habichuelas¡¡¡, lástima que no vino Carlos que siempre me dice que está harto de los garbanzos en tooodas las monterías…jejej.


El resultado final fue de 101 venaos, 30 cochinos y 5 gamos.  Aunque ya es sabido que la calidad de los venaos en estas manchas es bastante baja, los cochinos si que suelen dar una alegría a más de uno.


El único pero que les pongo fue la tardanza de las reses en llegar a la junta, aunque es comprensible en este caso ya que se cazaban 1700 ha y la mancha tiene unos barrancos que sólo las mulas pueden sacar de allí las reses.

Ya cuando empezaba a anochecer, y con pocas ganas de marcharme, nos paramos en la Cardenchosa para tomarnos un café y así retomar la carretera sinuosa que nos llevaría de vuelta a la realidad algo mas espabilados.

En fin, pese a que faltaban la mayoría de esos viejos monteros que ya no se encuentran entre nosotros y la falta de fortuna a la hora de elegir puesto, la sociedad sigue siendo practicamente la misma, conservando ciertos valores que no pueden pagarse con dinero. Por lo que no me cabe duda que volveré a cazar con ellos la próxima temporada.

Además, me gustaría felicitarles desde aquí, ya que consiguen que piense como esos grandes monteros en su día...."aún quedan reductos donde se puede CAZAR como antaño"..

No hay comentarios:

Publicar un comentario